Origen y uso:
Esta frase la utilizó por primera vez Hu Jintao, predecesor de Xi Jinping, en su informe ante el 18 Congreso del Partido, en 2012, cuando pidió que se afianzara la conciencia de una “comunidad de destino común” entre los vecinos de China. Con Xi, la construcción de una comunidad de destino común se ha convertido en el objetivo primordial de la política exterior de China, y no sólo a nivel regional, sino mundial.
El término, que es un aspecto definitorio del “Pensamiento de Xi Jinping”, se añadió a la Constitución de China en octubre de 2017. En marzo de 2017, también se incorporó por primera vez a una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU aprobada por unanimidad para renovar por un año el mandato de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán.
La frase apareció de nuevo en un foro mundial organizado por China en diciembre de 2017 para presentar su particular visión de los derechos humanos, el primer Foro de Derechos Humanos Sur-Sur, que reunió a más de 50 países —la mayoría países en desarrollo— y concluyó con la Declaración de Beijing. China imaginaba una “comunidad de futuro compartido” que crearía “un mundo de paz duradera, seguridad universal, prosperidad común, apertura, tolerancia y claridad, para que la humanidad esté libre de miedo, pobreza, enfermedades, discriminación y aislamiento”. Si bien todos estos objetivos son muy loables, resulta preocupante que la definición no haga referencia a un mundo en el que los derechos humanos se respeten, estén protegidos legalmente por un sistema de Estado de derecho, se hagan efectivos y se promuevan.
Muy al contrario, la frase, constantemente promovida por el gobierno en los últimos años, proyecta un modelo que hace hincapié en el desarrollo económico, la cooperación y, sobre todo, la soberanía nacional a costa de los derechos humanos individuales. Se ha utilizado reiteradamente en referencia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, donde se ha vinculado de forma explícita con la prosperidad. La frase, tal como la utiliza China hoy, describe un mundo que funciona a través de la cooperación mutua y no de lo que califica como el egoísmo del “viejo” orden mundial, dominado por las potencias occidentales.
Consecuencias para los derechos humanos:
La inclusión de este concepto en documentos de la ONU le otorga legitimidad. Cada vez que aparece en un documento que ha sido aceptado o tolerado por otros países, apoya y refrenda el “Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era”. Al ser una frase acuñada por el Partido Comunista Chino e incluida en la Constitución china, confiere una autoridad inusual a un único país y un único partido cuando aparece en los textos internacionales.
En esta interpretación, existe el peligro de que los objetivos de desarrollo se separen de los derechos humanos y tengan prioridad sobre ellos y de que las relaciones internacionales se rijan por la cooperación entre los Estados, no por la responsabilidad compartida de la comunidad internacional para proteger unos derechos humanos universales. En consecuencia, este nuevo “consenso”, tal como lo denomina China, podría socavar significativamente la diplomacia internacional en el ámbito de los derechos humanos y la protección internacional eficaz de estos derechos.