Origen y uso:
Este concepto se ha convertido en la piedra angular de la política exterior moderna de China. Fue muy destacado durante el primer viaje al extranjero (Rusia) que realizó Xi Jinping en calidad de presidente de China, en marzo de 2013. En el discurso pronunciado en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, Xi habló de la necesidad de construir un nuevo tipo de relaciones internacionales sobre la base de una “cooperación ventajosa para todas las partes”. La frase ha aparecido desde entonces en numerosos discursos pronunciados por Xi en viajes al extranjero, como su primera visita oficial a Estados Unidos en 2015 y cuando se dirigió a la Asamblea General de la ONU ese mismo año.
Se ha usado con frecuencia en referencia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta para subrayar las ventajas mutuas que ve Pekín a su plan de desarrollar las economías de países vecinos y aliados mediante un aumento del comercio mundial. Sin embargo, los países que aceptan la Iniciativa descubren que suele tener costes ocultos, por ejemplo que China espera recibir apoyo político a cambio de inversiones.
El esfuerzo de China por persuadir a los Estados miembros de la ONU de que apoyaran esta idea al final se vio recompensado: en 2018, el Consejo de Derechos Humanos aprobó una resolución presentada por China sobre la “Promoción de la cooperación mutuamente beneficiosa en la esfera de los derechos humanos” (titulada originalmente, antes de ser enmendada, “Promoción de la causa internacional de los derechos humanos mediante una cooperación ventajosa para todas las partes”). A pesar de que, durante las negociaciones, otros Estados formularon una serie de preguntas y reservas sobre el uso del término, algo ambiguo, la resolución fue aprobada con el apoyo de una mayoría significativa de los 47 miembros del Consejo (28 votos a favor, 17 abstenciones y sólo un voto en contra).
China aclamó la resolución de 2018 como “la construcción de un nuevo tipo de relaciones internacionales”. Más adelante ese mismo año, en una comunicación presentada al Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos —que en la resolución recibía el encargo de realizar un estudio sobre el papel de la asistencia técnica y el fomento de la capacidad en la promoción de la cooperación mutuamente beneficiosa para la promoción y protección de los derechos humanos—, China criticó un sistema en el que los países “denunciaban y desacreditaban” a los Estados que violaban los derechos humanos, utilizaban los asuntos relativos a los derechos humanos “para atacar a otros” e interferían en los asuntos internos de otros Estados, “envenenando así la atmósfera mundial de la gobernanza en materia de derechos humanos”.
En años posteriores, sin embargo, a medida que fueron entendiéndose mejor las intenciones que había tras el uso del término (en parte debido a la explicación de China en su comunicación al Comité Asesor), aumentó también la preocupación de otros Estados por su inclusión en resoluciones de derechos humanos de la ONU. Por consiguiente, cuando la resolución se presentó por segunda vez en 2020, el apoyo que recibió fue significativamente menor: sólo 23 Estados votaron a favor, 16 en contra y 8 se abstuvieron. En marzo de 2021 fue aprobada una tercera versión por 26 votos a favor, 15 en contra y 6 abstenciones.
Consecuencias para los derechos humanos:
La resolución de China sobre “cooperación mutuamente beneficiosa” trata de transformar el derecho internacional de los derechos humanos en un asunto entre Estados. El término sugiere que los gobiernos afines unan sus fuerzas para proteger sus intereses. Una “cooperación” vagamente definida se convierte en un fin, no en un medio para lograr la protección de los derechos humanos. No queda nada claro quiénes se “benefician”, pero las resoluciones dan a entender que son los Estados negociadores, no las personas afectadas por violaciones de los derechos humanos o por esa “cooperación mutua”.
La “cooperación mutuamente beneficiosa” ignora además la responsabilidad de los Estados de proteger los derechos de las personas y cooperar con el sistema internacional y sus mecanismos para promover y proteger los derechos humanos. No concreta ninguna consecuencia para los países que se niegan a “cooperar”. Trata los derechos humanos como objeto de negociación y acuerdo, y pone énfasis en el “diálogo” por encima de la rendición de cuentas por los abusos contra los derechos humanos.
Un preocupante signo de la influencia cada vez mayor de Pekín en el sistema de derechos humanos de la ONU es que las resoluciones sobre “cooperación mutuamente beneficiosa” hayan sido aprobadas en 2020 y de nuevo en 2021, a pesar de haberse intensificado el escrutinio internacional sobre el trato dispensado por China a las minorías étnicas en Tíbet y Xinjiang y sobre su represión de las protestas de Hong Kong en 2019. De hecho, poco después de la aprobación de la resolución en 2020, 50 expertos y expertas de derechos humanos emitieron una declaración conjunta expresando su “alarma” por la represión de las libertades en China, al mismo tiempo que señalaban que el gobierno chino “casi siempre” ha rechazado que se critique su historial de derechos humanos y ha castigado a activistas que cooperan con la ONU.