Origen y uso:
Otro concepto aparentemente inocuo que está abierto a una amplia gama de interpretaciones. China hizo referencia a este concepto en su resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre la “Promoción de la cooperación mutuamente beneficiosa en la esfera de los derechos humanos”, aprobada de nuevo en 2021, y reafirmó que el trabajo del Consejo debía estar guiado por los principios de universalidad, imparcialidad, objetividad y no selectividad, diálogo internacional constructivo y cooperación”.
Este lenguaje procede del documento fundacional del Consejo, la Resolución 60/251 de la Asamblea General de la ONU, que expresa claramente que estos principios son clave “a fin de impulsar la promoción y protección de todos los derechos humanos”. Sin embargo, según la formulación de la resolución de la Asamblea General, el diálogo constructivo y la cooperación no son un fin en sí mismos, sino un medio para lograr un fin.
Es más, en la versión de China, la palabra “constructivo” parece estar más cargada de significado y utilizarse en oposición a lo que se conoce como “denunciar y desacreditar” (es decir, identificar “vergonzosas” violaciones de derechos humanos cometidas por un determinado Estado y debatir sobre ellas, en lugar de atenerse a principios y temas amplios). En esta interpretación, no parece que el diálogo se considere “constructivo” si aborda motivos de preocupación concretos por violaciones o abusos contra los derechos humanos, o cualquier práctica que pueda deteriorar la imagen de China.
De hecho, las autoridades han suprimido rápidamente información sobre cuestiones de interés público, como sucedió, por ejemplo, cuando silenciaron a Li Wenliang, el médico chino que intentó dar la alarma sobre el brote de coronavirus a finales de 2019, y que, tras ser inmediatamente amonestado por las autoridades de Wuhan por “difundir rumores”, contrajo la COVID-19 y murió a principios de 2020.
Consecuencias para los derechos humanos:
Para que haya una cooperación y un diálogo creíbles en materia de derechos humanos, es necesario que todos los actores —no sólo los Estados, sino también organizaciones de la sociedad civil, defensores y defensoras de los derechos humanos, periodistas y comunidades afectadas— puedan colaborar con los mecanismos internacionales de derechos humanos de manera abierta y honesta, sin trabas ni temores a sufrir represalias. Abordar las violaciones de los derechos humanos, responder a ellas y contribuir a exigir responsabilidades por ellas son parte fundamental del mandato del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Sin una comunidad internacional dispuesta a denunciar, desacreditar e imponer castigos a los Estados por violar los derechos de las personas que están bajo su control, sería prácticamente imposible exigir responsabilidades a los gobiernos por abusos contra los derechos humanos como los que se perpetran en Colombia, Etiopía, Hungría, Myanmar, Rusia, Siria y otros lugares. En ese caso, las víctimas de abusos a manos de fuerzas estatales o de grandes empresas se verían obligadas a depositar sus esperanzas en el “diálogo internacional constructivo y la cooperación” para resolver o poner fin a su difícil situación.
La voz de la sociedad civil sería desatendida o silenciada por no ser “constructiva” y, para las Naciones Unidas, resultaría aún más difícil apoyar y defender las voces de sus propios expertos y mecanismos de derechos humanos al examinar a un Estado miembro poderoso.