Origen y uso:
Esta frase fue utilizada concretamente por el ministro de Asuntos Exteriores chino Wang Yi en un discurso pronunciado en la ceremonia de inauguración del primer Foro de Derechos Humanos Sur-Sur celebrado en Pekín en 2017, al que acudieron representantes de más de 50 países del mundo. Wang afirmó que la experiencia de China había demostrado que los derechos humanos podían protegerse “de más de una forma”, y exhortó a los países a “encontrar sus propios modelos de protección de los derechos humanos” que tuvieran en cuenta “sus condiciones nacionales y las necesidades de sus pueblos”, en lo que sólo puede describirse como un nuevo renacer del espíritu de la Declaración de Bangkok.
“El factor clave que contribuye a los extraordinarios logros de China en sus esfuerzos en el ámbito de los derechos humanos es su firme compromiso con un modelo de desarrollo de los derechos humanos con características chinas”, afirmó Wang. Empleó el mismo discurso para instar a los países en desarrollo a proteger los derechos humanos a su manera y a aprender de la experiencia de China para que su voz se oiga con más fuerza en el sistema de gobernanza global de derechos humanos.
En este contexto, “los derechos humanos con características chinas” se presentan como privilegios que un Estado puede conceder o negar a su ciudadanía, no derechos fundamentales de los que gozan todas las personas como seres humanos. Esa visión conduce a unos “derechos” que están primero y ante todo al servicio del Estado, no del individuo. A pesar de los peligros inherentes a esta idea, el concepto se introdujo en la Declaración de Beijing, aprobada al final del Foro.
Desde entonces, esta frase ha aparecido en dos libros blancos publicados por China: “Progresos en los derechos humanos durante los 40 años de reforma y apertura en China”, en 2018, y “Buscando la felicidad para el pueblo: 70 años de progreso en materia de derechos humanos en China”, en 2019.
Consecuencias para los derechos humanos:
Esta idea va contra la universalidad y el carácter inalienable de los derechos humanos, al sugerir que los derechos diferirán de un país a otro, cuando el sentido de los derechos humanos es proporcionar una norma común para todos los países.
Al mismo tiempo que China ofrecía “un modelo de desarrollo de los derechos humanos con características chinas”, se enfrentaba a una avalancha de críticas internacionales por algunas de sus propias acciones, como la represión de profesionales del derecho y notables activistas; la detención arbitraria de un número de personas uigures, kazajas y de otras etnias predominantemente musulmanas en Xinjiang; y su voto en contra de una resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que condenaba las graves y sistemáticas violaciones de los derechos humanos en Myanmar, en especial contra los rohinyás en el estado de Rajine.
Además, China ha incrementado su uso de la censura y la vigilancia y, lo que aún es más preocupante, ha convencido a las empresas tecnológicas y las plataformas de redes sociales de que hagan lo que quiere. En 2020, la empresa de teleconferencias Zoom reveló que había suspendido las cuentas de varios activistas de derechos humanos fuera de China a petición del gobierno chino y dio a entender que bloquearía cualquier reunión que Pekín considerara “ilegal”.
Todo esto señala un “modelo de desarrollo de los derechos humanos con características chinas” plagado de violaciones y abusos contra los derechos humanos.